A través de algunas personas con las que comparto alojamiento en la Accademia dei Ponti, he entrado en contacto con lo que bien podría ser designado como la Florencia católica. Un mundo que no deja de sorprenderme.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Florencia ha sido habitualmente, un bastión de la izquierda gobernada principalmente por alcaldes socialistas y comunistas. El primero de ellos, entre 1944 y 1946, fue Gaetano Pieraccini, un médico humanista del que espero tener ocasión de hablar más largamente ya que fue también el autor de tres gruesos volúmenes titulados La stirpe de’Medici di Cafaggiolo: saggio di ricerche sulla trasmissione ereditaria dei caratteri biologici, que brillan como una joya en la estantería de mi estudio, no sólo por sus dimensiones, sino también por el esfuerzo que supuso conseguirlos en una librería de segunda mano situada en la Via dei Sevi. Lo sentí mucho cuando me enteré de que había cerrado sus puertas ya que en ella siempre encontré todo lo que buscaba. Como el título del libro indica, Pieraccini trataba de explicar la sorprendente trayectoria de una humilde familia procedente de una pequeña aldea en la vecina comarca del Mugello a partir de sus rasgos genéticos. Dedicó un capítulo a Eleonora en el que la presenta como una mujer ignorante, caprichosa y fanática religiosa, una imagen que no comparto en absoluto, pero que resulta una mina de información.

Giorgio La Pira
La relación de alcaldes de izquierda tuvo sin embargo dos paréntesis entre 1951-1958 y 1961-1965 en los que gobernó Giorgio La Pira, un personaje singular conocido en la ciudad como il sindaco santo mucho antes de que el papa Juan Pablo II decidiera iniciar su proceso de canonización. La Pira es una figura clave para entender los perfiles del catolicismo florentino con un fuerte marchamo cultural, social y pacifista. Formado en los ambientes de la dinámica Acción Católica Italiana, perdió su puesto como profesor universitario por su militancia antifascista y formó parte de la Fraternidad Laical de Santo Domingo, una especie de orden religiosa laica ligada a los dominicos. De hecho, convivió durante años con los frailes del convento de San Marco al que siempre consideró su casa. Como alcalde de Florencia, una ciudad devastada por la guerra que tenía muy poco que ver con el parque temático que es hoy, puso en marcha una intensa actividad social de construcción de escuelas y viviendas populares y se implicó directamente en la causa de la paz lo que le llevó a viajar a Moscú para defender el desarme nuclear ante el Soviet Supremo y a Vietman donde intercedió ante Ho Chi Minh por el fin de la guerra. Con personajes como La Pira, el catolicismo florentino no tiene que hacerse perdonar la vida como el español, atenazado por un permanente complejo de inferioridad ante los sectores de izquierda. Ello contribuye a explicar sin duda la dimensión pública de actividades como las que he asistido hoy.

Sede de la Florence Sacred Art School en Le Pavoniere
La de la mañana ha sido la inauguración oficial del curso en la Florence Sacred Art School dirigida, como ya comenté, por mi amigo Giorgio Fozzati. Sabía algo de su actividad ya que Giorgio me pidió ayuda para establecer un acuerdo de colaboración con los responsables del templo de la Sagrada Familia de Barcelona, pero hasta hoy no había tenido oportunidad de visitar su sede en Le Pavoniere del parque delle Cascine, que si lo he entendido bien, era el lugar donde los Médici criaban sus aves exóticas. Llego con antelación acompañado por José Manuel Leiva siempre armado con su inseparable cámara de fotos. Le Pavoniere es un edificio exento, rectangular, de dos plantas, color crema y formas sobrias y elegantes, como se merecían los pájaros de tan ilustres señores. Nada más cruzar el umbral nos encontramos con Ferruccio, el estudiante de historia del arte que Ruggero me presentó en el duomo antes del espectáculo sobre la comedia dantesca. Se percata enseguida de nuestra desorientación y asume las funciones de guía. A pesar de que todavía falta un buen rato para que comience el acto acdémico, los talleres están abarrotados de estudiantes dispuestos a mostrar sus logros con indisimulado orgullo a amigos y familiares venidos para la ocasión. Saludamos a Francesco Paganini, el responsable del taller de orfebrería, mientras expone a los visitantes las características técnicas del horno donde cuece las piezas. Escuchamos atentamente sus explicaciones el tiempo suficiente para no resultar maleducados. Lo que de verdad le interesa a Ferruccio son las pinturas y esculturas que ocupan la mayor parte de la nave central.
— «En realidad, lo que más me interesa hoy es escuchar la Lectio Magistralis de padre Bernardo Gianni al que tengo como un verdadero guía espiritual», aclara.
- Presentación de Lectio Magistranis del abad Bernardo Gianni
- Valerio Martinelli
Bernardo Gianni, el joven abate de San Miniato al Monte es sin duda una de las voces más eschuchados en la ciudad. Claro que el abad de San Miniato es toda una institución local. ¡Nada menos que un abad mitrado con funciones casi episcopales! A diferencia de lo que suele ser habitual en esta clase de eventos, en los que los que el objetivo principal de los asistentes es dejarse ver, nos ha ofrecido una conferencia del alto voltaje especuativo con un título que en mi entorno resultaría disuasivo incluso para el público mejor predispuesto: “Ne ignores pulchritudinem tua: etica ed estetica per l’uomo nuovo in Cristo». Queda claro que el abad no ha aceptado la invitación tan sólo para cumplir con un compromiso social. Y el público le sigue con atención admirable. Confío que haya entendido algo más de lo que he entendido yo.
Abandono Le Pavoniere nada más concluir la Lectio. Tengo que darme prisa si quiero comer algo antes del evento de la tarde. Tendrá lugar en el recoleto auditorio con pinta de antigua capilla de la Cassa di Risparmio di Firenze en Via Folco Portinari, a escasos metros de la catedral y tratará sobre la situación de las minorías cristianas en Palestina. La verdad es que, sin negarle trascendencia al tema, reconozco que no es el el que más me interesa en estos momentos. Pero no tuve fuerzas para declinar la entusiasta invitación de Valerio Martinelli, un amigo de Ferruccio, estudiante de jurisprudenza en la universidad de Pisa que participa regularmente en las actividades culturales que organiza la AdeiP. Desde el primer saludo me pareció el mejor discípulo al que podría aspirar el Sindaco Santo. Regordete, con cara aniñada y voz atildada, Valerio es sin embargo el ejemplo acabo del activista social católico capaz de arrastrar a otros jóvenes de su edad en sus múltiples iniciativas. Sé por experiencia propia el mérito que esto tiene. Y no me extraña que lo consiga. A pesar de su edad es capaz de hablar en público (como ha demostrado esta tarde ante una conspicua audiencia), con la seguridad de los oradores consagrados. Junto a un grupo de sus seguidores, ha fundado la Opera SpataCrux Onlus (enigmático nombre, al menos para mí), una asociación destinada a promover el voluntariado social. Claro que Valerio interpreta esta clase de iniciativas a la manera de la vieja Democracia Cristiana que durante tantos años tuvo el monopolio del gobierno en Italia, esto es, en estrecho contacto con la jerarquía de la Iglesia (se mueve como pez en el agua entre fajines rojos y solideos) y una nítida orientación política. Viaja semanalmente a Roma para asistir a los cursos de la Escuela de Políticos creada por el anterior primer ministro Enrico Letta y ha organizado la asociación “Fare Politiche”. Giorgio La Pira en estado puro.