Ayer por la tarde regresé de Cracovia (una ciudad que recomiendo mucho) donde he pasado unas semanas en compañía de un grupo de amigos. Apenas me quedan tres días para iniciar mi aventura. ¿Que en qué consiste esa aventura? En pasar once meses en Florencia.
Tal como explico en mi perfil, enseño historia en la Universidad de Barcelona. Durante tiempo, los profesores teníamos el «privilegio» de poder disfrutar de un año sabático de forma rotativa. Pero las cosas han cambiado mucho recientemente de modo que para poder beneficiarnos de esta posibilidad tenemos que presentar una propuesta de investigación que justifique el permiso. Esta propuesta tiene que incluir una estancia en otro país y la invitación por parte de un centro de investigación.
Desde el primer momento tuve claro que mi objetivo era Florencia. Llevo años interesándome por la figura de Eleonora de Toledo (a la que os presento en el encabezamiento de este blog) y esta era una oportunidad única para darle un impulso definitivo a mi investigación. Pero, ¿qué centro me acogería? Enseguida pensé en tres posibilidades: la propia Universidad de Florencia, el Instituto Universitario Europeo que es uno de los lugares más reconocidos en mi campo y, finalmente, The Harvard University Center for Italian Renaissance Studies, más conocido como la Villa I Tatti. Pensé que las posibilidades de que me aceptaran eran inversas al orden en el que los he mencionado.
Como siempre he tenido claro que hay que empezar apuntando a lo más alto, decidí empezar por el último, así que el pasado mes de enero escribí directamente al director del centro, el profesor Lino Pertile (entonces todavía no sabía que era uno de los grandes expertos mundiales en la obra de Dante Alighieri) explicándole mi plan. De entrada las cosas no pintaron muy bien. A los pocos días me respondió su secretaria, Susan Bates, diciendo que el profesor Pertile acabaría su periodo como director de la Villa I Tatti a finales de junio y que no podían aceptar más investigadores hasta que llegara la nueva directora que sería Alina Payne. A pesar de ello, la respuesta me pareció más esperanzadora de lo que imaginaba ya que no cerraba las puertas. Por ello decidí insistir. Al cabo de unos días Susan me volvió a escribir: mi proyecto, decía, le había parecido interesante al comité de selección y por ello habían decidido ofrecerme un puesto como Research Associate. La verdad es que la carta me dejó bastante sorprendido. «You will have the following privilegies whilst at I Tatti». Y a continuación enumeraba la lista: podría quedarme a comer en la Villa sin cargo alguno, podría participar en todas las actividades organizadas para los investigadores, disponer de una mesa propia de trabajo en la biblioteca con acceso a todos los fondos y una llave que me permitiría acceder a todas las dependencias del edificio. No esta nada mal, pensé. esto es incluso más de lo que pedía.
Con esta carta de invitación y mi proyecto científico ya podía empezar los trámites para obtener el permiso de mi universidad. Me ahorro explicarlos para no aburrir. Pero la burocracia de las universidades españolas sigue siendo uno de los principales adversarios de los que en ellas trabajamos. La respuesta definitiva no me llegó hasta principios de junio. Otra sorpresa: tenía que firmar un documento según el cual me comprometía a volver y trabajar en la UB durante los dos cursos siguientes a la finalización de mi periodo sabático. La verdad es que no tengo ninguna intención de quedarme en Florencia. Pero , ¡quién sabe! Eso nunca se puede decir.