Ambiente de gala. La presentación en sociedad de los nuevos fellows es el acto más relevante del curso académico en la VIT. Han sido invitados algunos docentes de la Universidad de Florencia, investigadores del Instituto Universitario Europeo, representantes de los principales museos y miembros de las numerosas instituciones internacionales asentadas en la ciudad. Por suerte, esta es una obligación que compete tan sólo a los fellows, que en el organigrama de la VIT, significa los investigadores más jóvenes. Así que me voy a librar de este trance.
Está previsto que cada fellow presente durante una hora la investigación que piensa desarrollar a lo largo del año y se someta a continuación a las preguntas de los presentes. Teniendo en cuenta el elevado número de oradores las intervenciones se distribuirán en tres jueves consecutivos. Hoy comienzan Holly Flora, Jennifer Sliwka, Christian Kleinbud, Luisa Capodieci y Diletta Gamberini.
- Holly Flora
- Jennifer Sliwka
- Christian Kleinbud
- Luisa Capodieci
- Diletta Gamberini
Cuando llego a la villa poco antes de las 9 de la mañana me cruzo en la entrada con Diletta. Está como un flan. Aseguraría que es la más joven de la comunidad de los tattiani de este año. Pertenece, como Diego Pirillo, Elsa Filosa, Giulia Torello-Hill, Ivano dal Prete y la propia Luisa Capodieci al colectivo de los italianos expatriados. Tras concluir sus estudios en filología medieval y humanística en Florencia comenzó una vida nómada con etapas en Bonn, París, Middlebury en Vermont y Nueva York. Siempre acariciando un puesto estable en una universidad de prestigio pero sin acabarlo de lograr. ¿Qué será de ella después de este año en la VIT? Vive en estado de incertidumbre y sabe que hoy no sólo presentará su proyecto de investigación sobre las poesías compuestas en la Florencia del Quinientos por pintores, escultores, arquitectos y orfebres. En parte será también examinada. Entiendo su nerviosismo y trato de darle ánimos aunque no sé con qué resultados.
Como siempre en la VIT, las actividades académicas se combinan con las gastronómicas. Aprovechando que tras las lluvias torrenciales de ayer vuelve a lucir un sol espléndido la se sirve la comida en la South Terrace, la que tiene las mejores vistas sobre el jardín. Mientras salimos del Gould Hall Carlos Plaza me presenta a Bruce Edelstein. Lo había visto durante las sesión de la mañana pero no me había atrevido a saludarlo. El motivo principal de mi prevención es que se trata con toda seguridad del principal experto sobre Eleonora y en estos momentos no me apetece nada ser sometido a una batería de preguntas sobre mi propia investigación. Bruce trabaja en la sede de la Universidad de Nueva York en Florencia que, como ya comenté se encuentra en la fastuosa villa La Pietra que había sido propiedad de Lord Acton. Por fortuna para mí, el saludo se limita a un breve intercambio de palabras y el compromiso de tener una conversación más extensa. Espero que para entonces tenga mi trabajo más desarrollado. Ya en la terraza me siento con el plato apoyado sobre las rodillas junto a Yaochun Liu, Allen Grieco y dos señoras de edad avanzada cuyo nombre soy incapaz de recordar. Quizá porque se ha dado cuenta de mi poca desenvoltura en esta clase de comidas Allen se ha mostrado especialmente acogedor conmigo. Espero hablaros de él más extensamente en otra ocasión.
La última intervención del día ha sido la de Luisa Capodieci. Es la única que lo ha hecho en italiano. Claro que también es la única italiana que no trabaja en un país anglosajón ya que lo hace en la de la Sorbona, en París. Su campo de estudio, las relaciones culturales entre Francia e Italia en el siglo XVI vistas a través de los festivales de la corte del rey Francisco I en el palacio de Fontainebleau, me interesa de modo especial de modo que he tomado asiento en la primera fila con la intención de participar en el coloquio posterior. Junto a mi lo hace Christia Mercer, una catedrática de filosofía de la Universidad de Columbia en Nueva York que, por lo que pude deducir el día de las presentaciones es una autoridad mundial en el estudio de la relación entre las mujeres y la filosofía en la Edad Moderna. Todavía no habíamos tenido ocasión de hablar, me dice nada más sentarse. Se interesa por mi trabajo. Le gustaría saber más sobre Eleonora a la que sólo conoce, asegura, a través de los retratos de Bronzino. Dentro de unos días voy a organizar una fiesta en il villino donde me alojo. Tienes que venir, te encantarán las vistas. ¿Tengo que ir? Empiezo a estar preocupado y un poco desconcertado por la intensa vida social que estoy llevando desde que llegué a Florencia.