Después de algunas indagaciones, he decidido hacer caso omiso de la advertencia de Susan Bates y circular con la moto por el centro de la ciudad a pesar de no tener el distintivo que me autoriza para hacerlo. Ramon, un joven abogado siciliano que reside también en la Academia dei Ponti, se ofreció para ayudarme con la solicitud, pero, finalmente, resultó que tenía tan poca idea como yo sobre el modo de hacerlo. Marco y Angelo que también se desplazan habitualmente con motorino me han asegurado que nunca se lo han pedido. Así que, pienso, será muy mala suerte que me toqie a mí. Mi lugar habitual de aparcamiento cuando tengo que hacer algún trámite por los alrededores del duomo es la esquina de la Via de’ Gori con Via Cavour (que para mí siempre será la Via Larga). Justo enfrente de la fachada lateral del palazzo Medici-Riccardi. Reconozco que me produce una cierta impresión eso de dejar la moto enganchada a la monumental finestra inginocchiata diseñada por Miguel Ángel. Casi me parece una falta de respeto.

Esquina del Palazzo Medici con le finestre inginocchiate diseñadas por Miguel Ángel
Hasta ahora, siempre que he visitado este palazzo, encargado a mediados del Quattrocento por Cosimo Il Vecchio de Médici a Micchelozzo, su arquitecto preferido, ha sido para contemplar las espectaculares pinturas de Benozzo Gozzoli que se encuentran en la capilla. Pretextando una escena religiosa, la cabalgata de los Reyes Magos, una devoción muy querida por los florentinos, Gozzoli rindió homenaje a la familia Médici con motivo del concilio celebrado en Florencia en 1438-1439. El objetivo principal de este Concilio era negociar la unificación de las Iglesias de Roma y Constantinopla, cada vez más amenazada esta última por los turcos otomanos. Para la ocasión, viajaron a Florencia el emperador bizantino Juan VIII Paleólogo y el patriarca de Constantinopla, el equivalente oriental al papa de Roma. Los Médici aprovecharon la oportunidad para organizar una expléndida acogida y, de paso, mostrarse ante el mundo como grandes patrones de las artes y las letras. Algunos estudiosos han considerado este acontecimiento como un momento decisivo de la historia del Renacimiento ya que favoreció el encuentro entre dos culturas, una de inspiración griega y otra romana, muy distanciadas hasta entonces. Aunque los expertos no siempre se han puesto de acuerdo sobre la identidad de los personajes que aparecen en las pinturas de Gozzoli, no hay duda de que muchos de ellos son miembros de la propia familia Médici. Toda una estrategia, la de hacerse representar en cuadros de mensaje religioso, que en el futuro explotarán hasta la saciedad.

Benozzo Gozzoli. Detalle de la Cabalgata de los Magos con algunos miembros de la familia Médici
Confieso que el resto del edificio, que ha sufrido muchas alteraciones con el paso del tiempo y hoy está ocupado en parte por oficinas administrativas del gobierno de la provincia, nunca me había llamado especialmente la atención. Pero he dedicado estos últimos días a leer varios trabajos sobre la celebración que en él tuvo lugar con motivo de la llegada de Eleonora. En los últimos años, estas fiestas han despertado mucho interés entre los estudiosos del mundo cortesano. Algunos han visto en ellas la recuperaciónde la actividad cultural y artística de la ciudad muy castigada por el asedio al que la sometió el emperador Carlos V y la posterior huida de algunos de sus principales artístas. Otros, como un punto de inflexión en la celebración del poder que marcaría la pauta a seguir en los años siguientes en diversos lugares de Europa. Finalmente, hay quien ha considerado que muchas de las intervenciones culturales posterioes de Eleonora y Cósimo se encuentran ya embrionariamente en estos festejos. Por su parte, los historiadores del teatro han considerado que pusieron a Florencia en el centro de la escena teatral italiana, usurpando la hegemonía que hasta entonces ostentaba la corte de Ferrara. Sea como fuere, las descripciones que se conservan, en algunos casos muy prolijas, resultan difíciles de entender sin hacerse cargo del espacio físico, los dos patios o cortili, en el que se celebraron. Así que me ha parecido una buena idea regresar esta tarde al Palazzo Medici.

Segundo cortile del Palazzo Medici donde tuvieron lugar las fiestas de la boda de Eleonora
Igual que habían hecho sus antepasados con motivo de la visita de los jerarcas orientales, Cósimo trató de exprimir al máximo las posibilidades propagandísticas que su matrimonio con Eleonora le ofrecía. Conocemos los detalles de estos festejos gracias, sobre todo, a la descripción que hizo Pier Francesco Giambullari al que ya he mencionado en alguna otra ocasión. Cierto, que Giambullari era un hombre estrechamente vinculado al duque y que, por tanto, su relato tiene un indisimulado objetivo encomiástico. Pero ello no resta valor a la infinidad de detalles que proporciona.
Los dos momentos culminantes de la celebración tuvieron lugar el domingo 6 de julio con el banquete de bodas y el miércoles 9 con la representación de Il Commodo, una comedia escrita por Antonio Landi. Tanto uno como otro tuvieron como marco el segundo cortile del palacio, esto es, el que se encuentra al fondo respecto a la entrada principal.
La decoración del cortile había sido encomendada al aquitecto Bastiano de Sangallo que contó para ello con la asistencia de Giorgio Vasari, que más adelante se convertiría en el principal asesor de imagen de Cósimo, y al que debemos muchos de los detalles artísticos de la escenografía. Sangallo había encargado a varios de los mejores pintores de la ciudad que, todo hay que decirlo, no estaba pasando en este sentido por su mejor momento, la confección de grandes lienzos que fueron colgados en los lados largos del cortile. Los de la izquierda representaban las glorias pasadas de la familia Médici y los de la derecha, diversos momentos de la vida de Cósimo. Como a todo el mundo resultó evidente, el objetivo era establecer un parangón entre unos y otros, destinado a presentar al duque como digno continuador de la dinastía. Sin embargo, Vasari tuvo claro que no todos estaban a la altura de lo que cabría esperar. A su juicio, los mejores con diferencia eran los dos que pintó Agnolo Bronzino que, quizá no por casualidad, eran también los que más directamente se referían a Eleonora: el tema del primero era la visita a Nápoles del duque Alessandro en la que Cósimo había formado parte del séquito y durante la cual, según la versión oficial que se pretendía hacer circular, había conocido a Eleonora; el del segundo, el matrimonio por poderes que había tenido lugar en el mismo Nápoles unos meses antes. Casi con toda seguridad, estos dos lienzos fueron determinantes en la decisión de Eleonora de no aceptar en futuro ser retratada por nadie que no fuera el propio Bronzino.
Por si la intención de exaltar a la familia Médici no quedara suficientemente explícita con estos lienzos, Sangallo decidió colocar sobre el estrado, dispuesto en uno de los lados cortos del cortile, algunas pinturas que narraban historias protagonizadas por sus miembros más ilustres: el retorno de Cósimo Il Vecchio tras su exilio en Venecia pintado por Pontormo, el retrato del papa León X (Giovanni de Médici) con dos cardenales pintado por Rafael y la coronación del emperador Carlos V en Bolonia por parte del otro papa de la familia, Clemente VIII (Giulio de Médici).
Es una lástima que Giambullari renunciara a darnos los detalles del banquete. Seguro que los historiadores de la alimentación se lo hubieran agradecido. Y no solamente ellos. En una época en la que los alimentos tenían un simbolismo preciso, conocer los platos que fueron servidos nos hubiera ayudado a entender mejor el mensaje que se deseaba transmitir.
Tras el banquete comenzó la fiesta. El primero en aparecer en escena fue el dios Apolo seguido por un cortejo de musas exóticamente ataviadas que entonaron cantos en los que se expresaba lo mucho que los florentinos esperaban del nuevo matrimonio. A continuación, lo hizo Flora con sus ninfas acompañadas por encarnaciones de ríos, montes y ciudades de la Toscana cada una de las cuales portaba presentes propios del lugar que fueron ofrecidos a la pareja de recién casados. Sin duda, una de las cosas que más llamó la atención de los asistentes fue el vestuario de estos personajes concebido a base de motivos florales por Niccoló Tribolo. En el futuro, Tribolo, que hasta entonces se había ganado la vida principalmente como escultor, lo haría, con gran éxito, como diseñador de jardines. Concluida esta parte del espectáculo, los invitados se trasladaron al primer cortile para el baile “secondo l’usanza delle nozze” (según la costumbre de las bodas).

Palazzo Medici. Primer cortile donde tuvo lugar el baile del domingo y la cena del miércoles
La celebración del miércoles 9 de Julio comenzó con una cena servida en el mismo cortile donde había tenido lugar el baile. Una vez más nos quedamos con las ganas de saber en qué consistió ésta. Al acabar los invitados pasaron al segundo cortile, que conservaba la decoración de unos días antes, para asistir a la representación de la comedia de Antonio Landi. Resulta sorprendente que el elegido para escribirla fuera alguien como Landi que hasta poco antes había estado estrechamente vinculado a los fuoriusciti, es decir los enemigos de Cósimo partidarios del retorno de la República. Pero este tipo de gestos fueron muy propios del duque que trató de atraer a su bando al máximo número de intelectuales presentándose como fiel continuador de los ideales republicanos. Quizá por ello, Landi pensó que el horno no estabas para bollos y concibió una comedia ligera de encuentros y desencuentros amorosos protagonizada por parientes que no sabían que lo eran y que, al parecer, hizo reir a los asistentes a mandíbula batiente. Nada de referencias políticas que pudieran resultar incómodas. Una comedia, por otro lado, plenamente ajustasa a los cánones del momento. Es decir, dividida en cinco actos con intermedios musicales compuestos, una vez más, por Francesco Corteccia.
Una de las consecuencias más directas del influjo que en los últimos años ha ejercido la antropología cultural sobre los historiadores es el fervor con el que éstos se han lanzado a la interpretación de símbolos. No es casuaslidad que estas fiestas en el Palazzo Médici haya sido uno de los capítulos de la vida de Eleonora que ha recibido más atención. Las fiestas del poder (the royal festivals o the festivals of power) han constituido uno de los campos preferidos por esta clase de estudios. Entiendo perfectamente las razones por las que al pisar este terreno algunos colegas sienten estar caminando sobre arenas movedizas. A fin de cuentas, muchas de las conclusiones son especulaciones a partir de informaciones parciales. Así, por ejemplo, según Claudia Rousseau, los tres deseos principales que estas escenificaciones trataron de comunicar fueron la continuidad de Cósimo con sus antepasados, la fertilidad de la joven pareja y el cumplimiento de un destino astral según el cual el duque estaba predestinado a regir los destinos de Florencia; Sang Woo Kim, coincide con el primero de estos tres mensajes (la continuidad dinástica de Cósimo) pero discrepa de los otros dos ya que, según él, lo que en realidad se quería transmitir era la lealtad de Cósimo al emperador sin romper con las tradiciones republicanas; Finalmente, Mary Watt ha visto ante todo un espectáculo dantesco, en el que se representó el retorno de Florencia a una Edad de Oro tal como Dante lo vió en el Paraiso.
Para acabar de complicar las cosas, los seguidores de la teoría de la recepción defienden que lo importante en estos festejos no son las intenciones de los promotores sino lo que veían los espectadores. Así, ¿podemos estar seguros de que todos los asiastentes a la representación del cortile del palazzo Médici vieron y entendieron aquello que Cósimo (y más que el propio Cósimo, sus asesores) deseaban transmitir? Más en concreto, ¿qué debía entender y pensar Eleonora al contemplar estos espectáculos? ¿Le debió parecer normal que todo el protagonismo recayera sobre las aspiraciones políticas de su marido?
Uno de los elementos que han despertado más interés entre los especialistas, ha sido la música compuesta para la ocasión por Francesco Corteccia. Por fortuna, el propio autor, que debió quedar muy satisfecho con el resultado, decidió imprimir ese mismo año la partitura (Musiche fatte nelle nozze dello Illustrissimo Duca di Firenze il signor Cosimo de’ Medici et della illustrissima consorte sua mad. Leonora da Tolleto (Venecia, 1539). Gracias a ello, ésta es la primera boda celebrada en la Florencia del Renacimiento, de la que podemos saber cómo sonaba la música que se interpretó. Hace casi 50 años, Andrew Minor y Booner Mitchell, un historiador de la música y otro de la literatura, publicaron de nuevo la partitura de Corteccia que había sido interpretada, al parecer con gran admiración de la audiencia, durante un encuentro de la Central Renaissance Conference. En 1990 fue registrada gracias a la colaboración del Centre de Musique Ancienne de Geneva, el Studio di Musica Rinascimentale di Palermo y la Schola «Jacopo da Bologna» con dirección de Gabriel Garrido. Desde entonces se han hecho nueve ediciones del registro, lo que da a entender la importancia que los musicólogos le han dado a esta composición. Escuchad el fragmento que os dejo a continuación del Ballo di satiri et baccante que corresponde al último de los intermedios de Il Commodo. Creo que estaremos de acuerdo en que es de una delicadeza exquisita. Entiendo perfectamente que, para unos oídos castigados como los nuestros, no siempre resulte sencillo captar las sutilezas de estos madrigales. Yo he tenido la fortuna de contar con las enseñanzas de Anna Danilevskaia Anna Danilevskaia, una intérprete de música antigua de Schola Cantorum Basiliensis a la que le debo el descubrimiento de Francesco Corteccia. Como pequeña muestra de agradecimiento os dejo una fotografía suya (justo enfrente de donde hoy he aparcado la moto) durante los días del verano de 2014 en que estuvimos trabajando juntos en Florencia sobre los aspectos musicales de esta celebración.
Otra cuestión diversa es si tras estas composiciones se esconde alguna clase de intención encomiástica comparable a la de las pinturas de Gozzoli o el desfile de las musas. Se lo pregunté hace unos días a Jessie Ann Owens mientras me desvelaba los secretos de la Morril Music Library de la Villa i Tatti. Además de compañera de vendimia, Jessie enseña historia de la música del Renacimiento en la Universidad de California y es una de las especialistas más reputadas en la materia. Según ella, estos madrigales respondían a unas pautas muy determinadas que no dejaban lugar a la manipulación política. ¡Dios me libre de discrepar de una autoridad en la materia como ella!, pero, la verdad, no lo acabo de estar completamente seguro de ello.
Algunas referencias sobre las fiestas en palazzo Medici con motivo de la boda de Eleonora:
Giambullari, Pier Francesco, Apparato et feste nelle nozze dello Illustrissimo signor duca di Firenze et de la duchessa sua consorte, con le sue stanze, madrigali, comedia, et intermedi in quella recitati. Copia di una lettera di M. Pier Francesco Giambullari al molto Magnifico M. Giovanni Bandini, oratore dello Illustriss. Signor Duca di Firenze appressola Maesta Cesarea, Firenze, 1539.
Kaufmann, Henry, W., “Art for the wedding of Cosimo de’ Medici and Eleonora Toledo (1539), en Paragone, año XXI, núm. 243, Mayo, 1970, pp. 52-67.
Minor, Andrew C., Mitchell, Booner (ed.), A Renaissance Entertainment. Festivities for the marriage of Cosimo I Duke of Florence in 1539, Columbia University Press, 1968.
Claudia Rousseau, “The Pageant of the Muses at the Medici Wedding of 1539 and the Decoration of the Salone del Cinquecento” en Barbara Wisch y Susan Scott Munshower (eds.), Art and Pegeantry in the Renaissance and Baroque, en 2 vols. (University Park, PA, 1990.
Sang Woo Kim, (“Between Medicean Present and Republican Past: Representing Duke Cosimo I de’ Medici and His Regime at the Festivities for His Marriage to Eleonora of Toledo in 1539” en Historiography of Duke Cosimo I de’ Medici’s Cultural Politics and Theories of Cultural Hegemony and Opposition Michigan Journal of History, vol III, Issue 2, Winter 2006)
Mary Watt (“Veni sponsa. Love and Politics at the Wedding of Eleonora di Toledo” en Eisenbichler, K. (ed.), The Cultural world of Eleonora di Toledo. Duchess of Florence and Siena, 2004)
Este post es magnifico. Entiendo y respeto sus puntos de vista.
Estoy impresionado con tu estilo de escritura y lo bien que expresas tus pensamientos.
Perdona que tarde tanto en responder. Prometo ser más diligente en el futuro. A ver si logro explicar cosas interesantes