—«Pasaré unos días en Florencia con mi amigo Valentín Carrera. Nos gustaría cenar contigo»
Quien me escribe es Pilar Sarrias.
Todavía no os he hablado de Pilar, lo cual, debo reconocerlo, resulta bastante injusto, teniendo en cuenta que si en estos momentos me encuentro en esta ciudad siguiendo los pasos de Eleonora es, en buena parte, gracias a ella.
Pilar es una abogada fiscalista que después de trabajar durante años en un conocido despacho de Barcelona decidió aparcar temporalmente su actividad profesional para estudiar historia que era, según me contó en cierta ocasión, lo que de verdad le gustaba. Fue alumna mía en el último año de la licenciatura. Al acabar, se matriculó en el máster de estudios históricos que ofrecía mi Facultad con la intención de hacer una tesis doctoral. Me pidió que le dirigiera el trabajo de investigación de final del máster. Recuerdo perfectamente la conversación que tuvimos en la sala del seminario de mi Departamento. Examinamos diversos temas posibles. En esos momentos yo me encontraba ultimando mi libro sobre el palacio de los virreyes de Nápoles así que le sugerí orientar su atención hacia cuestiones italianas. Como a ella le interesaba la historia de las mujeres, pronto salió a relucir el nombre de la hija del virrey de Nápoles casada con el duque de Florencia. Entonces yo apenas sabía nada de Eleonora, pero me había llamado la atención que Umberto Eco hubiera elegido el famoso retrato de Bronzino conservado en los Uffizi para ilustrar la cubierta de su Historia de la Belleza. Pilar acogió con entusiasmo la idea y antes de que me diera cuenta me anunció su intención de pasar unos días en Florencia para familiarizarse con el personaje. Sino recuerdo mal, fueron varias las estancias que hizo en pocos meses. Su pasión por el tema le llevó a alquilar un pequeño apartamento en la actual via Cavour, casi enfrente del palazzo Medici. Al regresar de uno de esos viajes me habló alborozada de la impresión que le había producido la visita al Archivio di Stato donde encargó una reproducción digital del testamento de Eleonora. Los dos lo recibimos como un gran hallazgo sin saber que ese documento se podía consultar on-line en la web del Medici Archive Project. Me contagió su entusiasmo. Después de casi una década dedicada los virreyes españoles en Nápoles, empecé a considerar la posibilidad de desplazar mi atención hacia la Toscana. A fin de cuentas, se trataba de dos territorios que en el Quinientos habían mantenido no sólo una estrecha relación con la monarquía de España sino también entre sí. Mi interés por las circulaciones culturales era cada vez mayor y el triángulo Nápoles-Florencia-España me resultaba especialmente atractivo como campo para una nueva investigación.
Desgraciadamente, Pilar tuvo que aparcar temporalmente su proyecto por un cambio en sus circunstacias personales. Entonces decidí hacerlo mío. Cuando tiempo después decidió regresar me encontraba enfrascado de lleno en las lecturas sobre el tema, de modo que ya no me conformaba con que hiciera una aproximación general. Su propuesta de centrarse en la relación de Eleonora con sus hijos me pareció insuficiente. Pero ¿qué es lo que quieres demostrar exactamente? le espeté en una de nuestras conversaciones. Pronto resultó claro que difícilmente nos íbamos a poner de acuerdo en el enfoque. Así que, súbitamente, decidió abandonar la investigación que con tanto entusiasmo había emprendido. Me supo mal. Me dí cuenta de me había excedido con exigencias innecesarias para un trabajo de las características del que ella necesitaba realizar. Pasamos un tiempo sin vernos. Me alegré cuando meses más tarde supe que había decidido iniciar una nueva investigación sobre las mujeres de la familia barcelonesa de los Dalmases con una colega mía con la que, seguramente, se iba a entender mejor que conmigo. Asístí a la defensa pública del mismo y la felicité sinceramente por el resultado. Afortunadamente, las aguas volvieron a su cauce y nuestra relación volvió a ser tan fluida como antes. Por todo ello, me alegró especialmente que me anunciara su viaje a Florencia y me propusiera cenar juntos.
- Pilar Sarrias
- Joan Lluís Palos
- Trattoria II Cernachino
La cita era en la piazza de la Signoria, a los pies de la escultura ecuestre de Cósimo I. Un mal punto de encuentro debido a la cantidad de gente que habitualmente circula por este lugar. Pero hoy está casi desierta ofreciendo una imagen insólita, al menos para mí. Está claro que noviembre resulta un mes algo más tranquilo por lo que al número de visitantes se refiere. Aprovecho la espera para tomar algunas fotografías de la plaza vacía. No tardan en llegar. Pilar me comenta que en los últimos viajes a la ciudad ha decidido cambiar el apartamento de la via Cavour por una pequeña pensión junto a la Loggia de i Lanzi cuyo propietario resulta ser una persona extremadamente amable. Me presenta a su acompañante. Valentín Carrera, me dice, es un escritor, periodista, editor, bloguero y autor de libros de viajes originario de Ponferrada, en la región del Bierzo. Al oir esto último comienzo a intuir por donde van los tiros. Pero prefiero que me lo digan ellos.
Proponen cenar en Il Cernacchino, una trattoria en la cercana via della Condotta. Cuando llegamos tan sólo hay una mesa ocupada. A su alrededor, cuatro cabezas de japoneses inclinadas sobre la carta tratando de descifrar su contenido. Una vez acomodados y tras las pertinentes explicaciones sobre mi vida en Florencia comienzan a desvelarme lo que llevan entre mientes. Valentin colabora regularmente con la televisión de Galicia y se está planteando la posibilidad de realizar un documental sobre Eleonora. Ante mi cara de sorpresa se siente en la necesidad de explicarse. El Bierzo forma una región natural que si bien hoy se encuentra en la provincia de León, sigue estrechamente vinculada culturalmente a Galicia. De hecho, en algunas de sus poblaciones, como Villafranca, se sigue hablando gallego. Y según Valentín, Eleonora nació en el castillo de Villafranca del Bierzo. Al menos así se lo aseguró, corrobora Pilar, la actual propietaria del edificio, María Manuela Caro y Carbajal más conocida por Marita Caro, su nombre artístico como pianista. La suposición resulta de lo más verosímil; mucho más que aquellas que, basadas tan sólo en los orígenes de la familia paterna, han dado por hecho que Eleonora nacería en Alba de Tormes o, incluso, en Salamanca. Lo cierto es, sin embargo, que su padre, Pedro Álvarez de Toledo, en tanto que segundogénito de Fadrique de Toledo, II duque de Alba, carecía de derechos sobre el ducado por lo que, tras su matrimonio con María Osorio y Pimentel (la madre de Eleonora) marquesa de Villafranca del Bierzo, adoptó el título de su esposa. Según todos los indicios, Villafranca pasó a ser entonces el lugar principal de residencia familiar. Prueba de ello es el permiso que don Pedro solicitó en 1515 a la reina Juana de Castilla (Juana la Loca) para reconstruir el castillo de Villafranca destruido ocho años antes durante una de las muchas contiendas que enfrentaron a los nobles de la región. Según Marita, insisten Pilar y Valentín, María Osorio dio a luz a todos sus hijos en Vilafranca. La prueba definitiva de ello se encontraría en el Archivo de la Casa de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda a donde, tras diversas vicisitudes matrimoniales, a finales del siglo XVIII fueron a parar los documentos del marquesado de Villafranca del Bierzo. Si hasta ahora les he escuchado con atención, corroborando todo lo que me decían, esto último ya no lo puedo aceptar. Por mucho que Marita lo diga. El pasado mes de febrero, fui a Sanlúcar de Barrameda a buscar esos documentos. No encontré absolutamente nada. Para mí la experiencia fue una de las campañas de archivo más fascinantes por el lugar y más frustrantes por los resultados. Cierto es que en un archivo de las dimensiones del de Medina Sidonia que, además, dispone de un sistema de información bastante rudimentario es difícil estar seguro de lo que no hay.

Archivo Medina Sidonia
Sino fuera porque ello supondría salirme demasiado del tema os contaría con gusto mi experiencia en Sanlúcar. De momento, tan sólo tres apuntes.
- Si no lo habéis hecho y tenéis ocasión, no djéis de visitar Sanlúcar. Situada en el estuario de río Guadalquivir, fue durante siglos la puerta que atravesaron todas embarcaciones que hicieron la ruta entre Sevilla y América. Y, por supuesto, no dejéis de probar la manzanilla local.
- El palacio de los duques de Medina Sidonia, que llegaron a ser los nobles más poderosos del sur de la península ibérica, se encuentra en una colina con impagables vistas sobre la población, el río y, en la otra orilla, el parque de Doñana. Sólo por eso compensan las horas dedicadas a buscar documentos inexistentes.
- La historia reciente del ducado de Medina Sidonia ha sido una de las más convulsas de la nobleza española. Y todo por la arrolladora personalidad de su última titular, Luisa Isabel Álvarez de Toledo (el mismo apellido de Eleonora), que entre otros muchos títulos ostentó el de XVII marquesa de Villafranca del Bierzo, conocida en los ambientes periodísticos como la duquesa roja debido a sus posiciones contrarias al régimen de Franco. Pocos días antes de morir en el año 2008, después de haber dedicado gran parte de su vida a ordenar los documentos del archivo, decidió casarse con su secretaria alemana Liliane Dahlmann. Podéis imaginar la gracia que eso hizo a sus hijos cuando llegó el momento de repartir la herencia.
Cuando quiero darme cuenta son casi las once de la noche, así que les recuerdo a Pilar y Valentín que si bien ellos se encuentran de vacaciones, yo debo estar a las 8 de la mañana frente a mi escritorio de la Villa I Tatti. Antes de despedirnos Valentín me insiste para que les acompañe a visitar las habitaciones de Eleonora en el Palazzo. Quedamos en ello.
Regreso en moto a la Accademia dei Ponti por el Viale Giacomo Matteotti completamente desierto. Tengo una sensación extraña: llevo poco más de dos meses en Florencia y siento como si llevara media vida. Es domingo y mañana comienza una nueva semana de trabajo. Todo normal.